viernes, 29 de abril de 2016

Silencios

Caricias perfumadas de manteca y limón, manos suaves como las masitas de la hora del té. Labios de chocolate y besos con sabor a vino. Hogar tibio, los libros en la mesita de luz y estufas encendidas. El gato enrollado en el sillón donde da el sol. El estallido de una puerta que se cierra por el viento lo despierta, se estira y camina por sobre las cartas viejas que se cayeron de la biblioteca. Las plantas del balcón están desnudas ya de flores, posan sumisas para el imponente monstruo de edificios. 
El otoño se apropió de la ciudad cuadrada, el viento frío baila con bufandas y gorros, los enamorados caminan abrazados por las veredas desiertas, y desde el calor de un ventanal son espiados por los solitarios que nos resguardamos en piyamas y poesías. 
La melancolía amarilla, la desnudes de lo que antes era un verano fatal, ahora es una cama de dos, con tazas de café y dos cucharaditas de azúcar.  

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