lunes, 14 de octubre de 2013

Cuerpo

Su cuerpo flota en la bañera, limpiando las culpas de un vientre vaciado y un derecho que se ejerce solo en la clandestinidad, en un solitario cuarto blanco con caras que jamas volverá a ver. Nadie lo sabe, nadie la podría entender.  Los ojos la juzgan, a pesar que su secreto está bajo candado, ella sabe que sus dedos la apuntaran hasta el día de su muerte. Mujer que rompió con un mandato patriarcal, cuerpo frágil y propiedad ajena, que se libero de su condición esclava, derechos robados por seres imaginarios.

La vida del reflejo

Calma silenciosa de feriados, repetición de días quietos, de fotos viejas. Nada perturba esta serenidad de tu alma, tus ojos descansan en particulas que flotan en el aire. La cabeza se petrificó y la mente esta desolada de contradicciones, como si caminara por un pueblo a la hora de la siesta, así de quieto está tu ser.
Libros apilados y subrayados esperan en cada rincón, discos viejos suenan en las plazas, canciones nuevas mueven al mundo, los naranjos florecidos de las veredas perfuman los cielos celestes. Esta es la paz por la que se lucha con la lluvia, el rincón ideal donde se relamen los sueños, momentos para desenredar las marañas de ideas e imaginar los huracanes de tinta que desborden tu corazón. Nada va a pasar y eso está bien. La comodidad de no correr ningún tipo de riesgo... ¿No correr ningún tipo de riesgo? Mejor dicho, la incertidumbre de no saber cual es el riesgo. Pero esta es la soledad de la vida del otro lado del espejo que se rompió, el punto inicial para un nuevo circulo infinito.

martes, 1 de octubre de 2013

Volver

Hoy despertó. Maria volvió a habitar en la razón, dejó el planeta de lo onírico, abrió sus ojos. Desde hacia tiempo se había aferrado con uñas y dientes a un ultimo recuerdo, como una niña que agarra con toda su fuerza la cola del barrilete que se escapa con el viento, que quiere irse de sus manos para vagar en el cielo; ella intentaba retener el pasado, retener los recuerdos, abrazar a los ausentes y asegurarse de no olvidar nada. Maria se había atado una cinta roja en los ojos para ya no ver lo real, se había obligado a no despertar, a repetir una y otra vez los recuerdos, las voces, las risas, los momentos. Vivía en un continuo replay con la esperanza de que algún día ese pasado regresara, que todo volviese a suceder, pero que cada vez era menos nítido todo, nada era lo que había sido en algún momento pero al menos le dejaba un dulce sabor, un consuelo triste y engañosamente esperanzador. El eterno retorno, el espiralado-romantico mundo de Nietzsche
Pero hoy, los vientos de septiembre le volaron la cinta de los ojos. Con los primeros y cálidos rayos de sol, despertó de su obligada siesta. Llevaba puesta la remera que había vestido en una tarde feliz que ya nadie recordaba, su cuello ya no vestía su perfume, el paisaje de la ventana era distinto al que en sus sueños se representaba, su rostro tenia otros rasgos, el silencio era distinto, el mundo era otro, quizá no uno nuevo, pero muy distinto al que ella había decidido congelar.
Sabia que debía volver a empezar, despertar y revolucionar.
Abrió los ojos.