miércoles, 29 de agosto de 2012

Ameghinolandia

Anoche escuché el tren de carga que pasaba como cada madrugada, sentí el aroma a jazmín que invadía mi cuarto y los perros ladraban desesperados, seguramente alguien pasaba caminado por la calle. Escuche como chillaban las ruedas del tren y un ruido sordo de su bocina, anunciando su paso. Escuche el silencio del medio de la nada, sentí la paz del aire que se posa sobre nuestros cuerpos, el sentimiento que solo la pampa verde me genera, ese paraíso escondido en la ruta 188 que los seres humanos ignoran.
Fue frustrante despertar y ver que no tenia un techo real, ni un patio verde, ni tener a mis perros durmiendo a mis pies, y notar que el tren nunca había pasado porque estoy en el centro de una ciudad ruidosa, donde pasa de todo menos un tren de carga. Fue triste no escuchar la voz de mis padres, ni ver el sol radiante inundando la casa, con ese aroma a verde y el sonido de los pajaritos que viven en los arboles frondosos del parque.
No sé si es que me estoy poniendo vieja y se me da por añorar esas pequeñas cosas que ya no tengo de la manera y cantidad de antes, o es tan solo es que se me dio por extrañar porque me he quedado sola, pero anoche escuché el tren y mi cuerpo vibró.

12:31 a.m.

El tiempo fue poblando de recuerdos cada centímetro de la pálida piel, cada peca era como una pequeña capsula que aportaba un dato a la historia de una constelación. Los cabellos se fueron desnudando de color, hasta quedar blancos como la nieve del ultimo invierno. La sonrisa ya no era tan vivaz, pues los años cristalizaron los ojos y las manos dolían de juntar las hojas secas de un árbol que cada día moría un poco. 
Una mañana, ya no hubo más fuerzas y el corazón enmudeció, volviéndose piedra, librándose del cuerpo. 

domingo, 26 de agosto de 2012

Historias de otra órbita

Siempre fui de esas personas que creen que su vida es tan rutinaria y aburrida como insignificante, que solo soy una pobre chica que va por el mundo buscando algo de lo que no está muy segura que es, pero siempre encuentra esos pequeños detalles que te trasladan con la mente a otro mundo y te llenan de chispas vitales.
Poco a poco, con el tiempo, me fui percatando de pequeñas cosas, de sucesos que me machacaban el alma y me retorcían la mente. Comencé a abstraerme un poco y ese proceso se vio más oscuro cuando una amiga me planteo que para poder verme tenia que pensar que yo era la noche, que era una hija de la luna que baila por lo oscuro con un vestido de misterio. Una noche, de esas tantas que emprendía mis viajes de aventuras llanas y manos vacías, encontré a un extraño que viajaba sentado al lado mio. Sus ojos se posaron en mi torpe manera de actuar y me estudio unos cuantos minutos. Creo que se animó a hablarme porque comencé a ponerme nerviosa por el peso de su mirada y no paraba de moverme para dificultarle su estudio de mis ojos.
-Sabes que tu cara me recuerda a alguien, no estoy muy seguro, tal vez te tenga de vista de alguna calle.- el extraño acompañaba cada palabra con una mueca que simulaba una hermosa sonrisa amistosa. Lo miré y solo sonreí, estoy segura que me sonrojé tanto que se dio cuenta de que la situación me incomodaba. Solo logré articulas una risa falsa y un "probablemente..."  timido y agudo. Giré mi cabeza hacia lo oscuro del pasillo del hediondo colectivo, intentando escapar de la escena que era casi de película.
Un silencio se posó entre el extraño y mi persona, hasta que se animó a presentarse -Me llamo Gerardo, soy ingeniero. Vos? Cuál es tu nombre?- me veía totalmente avergonzada, no soy una chica de palabra fácil y mucho menos cuando no conozco ni tengo idea de que se trata la cuestión. -Me llamo Mariana, pero la gente casi ni me llama así- le dije- los padres se matan pensando nombres, para que después la gente y uno mismo, lo reemplace con un seudónimo que le de un poco de misterio a la cuestión, no lo cree usted?- El extraño largo un carcajada y me miro - Mucho gusto, entonces...como debo llamarte?- preguntó.
- Por ahora, me puede decir Mariana, ya encontrará mi nombre secreto!-. Así comenzó una larga charla, donde me contaba que iba a Retiro a tomarse un micro con destino a Gualeguaychu, me contó sobre su profesión y tiro opiniones generales de tópicos mucho más profundos que los que cualquier persona puede llegar a tocar con un extraño. Gerardo no era el típico extraño que te hablaba del clima, del caos que es ser una persona clase media-alta, o ese tipo de comentarios con los que suelo entrar en debates con las gente extraña que habita la ciudad. El hombre había entendido muy bien el movimiento de mis ideas, mis rulos despeinados, mis lentes intelectuales y mi libro de Foucault, logró hacerme sentir cómoda y que le cuente de mis estrellas. El viaje pasó volando, hasta que llegó mi parada, tenia que despedirme de un extraño que había conocido -Acá bajo yo, ya se termina su tortura de voz aguda- le dije mientras agarraba mi mochila pesada. Gerardo me miro y se dirigió su mirada a la calle - No puede ser que me sigas tratando de usted y que ni siquiera me digas como te tengo que llamar! Igual, antes de que te vayas quiero regalarte algo, creo que este encuentro merece tener un recuerdo, no?-
No sentía miedo, sabia que el hombre no era un psicópata ni un asesino serial. Su dulce forma de hablar y su amplio conocimiento delataban que era un solitario ingeniero, bohemio e intelectual. Lo observe mientras revolvía en su mochila, hasta que sacó un libro verde y me lo entregó - Tomá, un regalo que creo que te va a encantar. Yo lo compré hace un par de años en una callesita de San Telmo, lo leí varias veces e incluso lo he subrayado en algunas partes, espero que no te moleste. Es un hermoso libro.-
Mi corazón se acelero y mi rostro se llenó de vida, bajé la vista y leí el titulo de libro "El Arte de amar- Erich Fromm ". - Gracias, es usted muy considerado... Perdón, va de nuevo: es un lindo gesto de ... TÚ parte! Pocas cosas me llenan tanto como que me regalen un libro. Bueno, me dicen May...Mayo... algunos por el Mayo Francés y otros por decirme nomas!-
-Mayo Francés! jajaja que peculiar, pero verdaderamente acertado-
-Usted lo cree?
-No voy a hablarte más si me seguís diciendo usted. Bueno, ha sido un gusto viajar con vos, espero tener la suerte te encontrarte de nuevo en el mundo... o que el mundo me regale más gente como vos. No quiero incomodarte, pero sos una chica muy bella, y bella no lo tomes solo como algo físico, sino en la amplitud de la palabra- Clavo sus ojos verdes en mis redondos ojos, que se habían quedados congelados. Guardé el libro en mi mochila y me paré -Bueno, ha sido un gusto conocerlo, el viaje se ha hecho casi fugaz en su compañía  Espero que sigá bien y que el mundo lo lleve por algún tipo de revolución evolucionaría. Gracias por el obsequio, nuevamente-
Bajé del micro y caminé unos metros pensando en la extraña charla y en ciertas palabras del hombre que habían quedado haciendo eco en mi cabeza. Saqué el libro de la mochila y lo abrí. En la primer hoja había una dedicatoria en manuscrita firuleteada en tinta azul:
  "A mi eterno amor francés, Mariana"

jueves, 23 de agosto de 2012

Micro-historias del planeta tierra

Nadie lo sospecha, pero hoy el cielo se va a caer
 un paraguas se va a romper por no resistir la pasión del viento
una chica va a doblar en la avenida principal y un charco arruinará sus zapatos
un extraño va a voltear para mirar como unos niños corren
dos cuerpos se chocaran
una mirada se clavará en un recuerdo
dos extraños se encontraran y se perderán en cuestión de segundos.
La tormenta pasa

Una mujer

Maria Marta tiene dudas, sueños, alma, sonidos, confusiones, letras, cartas, poemas y un enorme hueco entre sus ideas y José .

Un perdido

Hace tiempo que se quiere largar de este maldito lugar, pero el pobre aun no puede encontrar la puerta de salida ni la llave que enciende la luz.

La Muerta

Los tiempos del amor se han esfumado, del rencor y el desamor solo quedan las cicatrices, del pasado un par de cenizas. La lluvia se extendió durante semanas y la casa está inundada. Lo bueno es que el agua del río se ha tragado las fotos, tu ropa y solo queda el detestable aroma de tu perfume en mis vestidos de verano.
Aveces te espío, me escurro entre las sombras y con los ojos de otra leo los mensajes que le envías a alguna dama, nunca estoy segura si son para Lara, Lucia, Marcela, Ana, Maria, Analia o cual. Pero si me queda claro que para mi no hay ni un garabato con el dedo en el aire ni una señal del humo de tu porro. Sé muy bien que ni mi dirección ni mi nombre se te deben cruzar por la cabeza y eso me perturba, me llena de celos, me aguachenta el alma y me hacen recordar porque te odio. ¡Ni siquiera me odias, no te genero un puto sentimiento! Desespero por que me sientas, pero ni he ardido en tus manos ni he vivido en tus tiempos.
Sabes, tengo la mala costumbre de nombrarte, de contar la historia que probablemente ni sea historia... que no llega a ser ni un cuento... ni una oración! Pero aun así, cuento de vos a la gente y todos te odian, mejor dicho, odian a quien yo relato; dicen que estás loco, que no vales la pena e intento adoptar ese discurso pero ¿Qué sabén ellos, si ni siquiera te han visto? Entonces, solo me quedo muda, bajo la mirada y un par de lagrimas se escurren entre mis pestañas. Enseguida las recojo con mi dedo indice y las amontono en la palma de mi mano izquierda, les sonrío como para que piensen que les doy la razón y me quedo con vos en mi mente, en aquella tarde en que probablemente ni me sentiste entre tus brazos, ni recordas lo que susurré mientras me arrancabas los lunares y me tirabas por la terraza, pero me quedo ahí, en ese rincón de mi retorcida mente porque no me sale irme, no puedo correr en este espiral.
El silencio... siempre reina el silencio en estas tierras de flores muertas, no queda nada más allá ni más acá. No hay calles ni ventanas y en las veredas solo pisan mis tacos, que resuenan en cada paso. Los pasillos me llevan a mi tumba. Tomo el té que me acompaña en las noches y vuelo sobre mi cementerio junto a un par de lechuzas y aves de fuego. Soy una dama oscura que no vive si no es de noche y entre muertos; una loca que merienda con veneno y actúa como gato, mientras mi cuerpo flota en el agua que asfixia a mi casa y mi alma baila un tango con tu adios.

martes, 7 de agosto de 2012

Una ultima cita

-Discúlpeme, pero debo, más bien, me siento obligada a confesarle algo. Pues verá, acabo de leer su ultimo mensaje a alguna anónima, sé que estoy siendo entrometida, pero la verdad es que ya me harté, me cansé de  sus fulanas descorazonadas y malditas, que rompen su corazón de mil maneras diferentes y usted va por el mundo contando sobre sus citas y sobre la desdicha que siente por haber sido engañado y consecuentemente abandonado por alguna mujer extremadamente bella o extremadamente histérica. Hace tiempo que le he entregado mi cuerpo y me he quedado cerca, queriéndole en secreto pero dejándolo en claro en mensajes entre lineas, sin embargo ha sido usted quien ha pisoteado, ignorado, asesinado y desechado a mi cariño. Entonces, dejé ya de llorar por los rincones y hágase cargo de su parte de las cuestiones.
Dejé de mirarme así, hombre! no lo voy a matar ni abofetear. Solo se lo digo por su bien. No puedo largarme a otro país sin antes cantarle la justa!-
La mirada del hombre era desorbitada y su boca estaba totalmente sellada. Beatriz tomó su tapado, acomodo su pelo y se levanto de aquella mesa pequeña, mirando por ultima vez la escena del romántico bar que había sido alguna primera cita.- Usted, me ha hartado. Hasta aquí llega mi amor. Adiós, Felicio, espero que algún día encuentre lo que busca, adiós!
Beatriz salió del bar, disparada, caminando por las calles de adoquines y el hombre no reacciono ni a responder el saludo, era como si estuviese petrificado, con la palidez de un cadáver y la mirada de un turista perdido.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Una vez más

Polvo de cristal en el piso
veneno en los labios llenos de rouge
clavos en las yemas de sus dedos.

Su perfume dejará sin aire al mundo
los soles se apagaran en silencio
mientras la casa arde.

La maquina que mueve las vidas se descompone, deja de existir, se vuelve inflamable y roba las palabras de una historia ajena.

Historias

Hay historias que no tienen fin, que son un constante paso de tiempo, suceso tras suceso se amontonan y forman un espiral repetitivo, monotono y absurdo, que no muta, ni tiene vida. 
Existen otras historias que nunca suceden, que nadie se entera y a nadie le importa. Pero siempre, en algún lugar y por algún motivo, alguno de los supuestos actores llora en secreto.