miércoles, 25 de julio de 2012

Hijos del fuego

Ya no me importa nada, ya no pretendo otra cosa que los besos que me llenan de colores. Quiero trepar al sol y arder entre tus manos, que tus caricias me descongelen el corazón y sequen las ropas empapadas por el ultimo chaparrón.
Ya no me pesa el pasado ni espero el futuro. Ahora quiero que entres en mi cuerpo y acabes con la histeria, que conquistes mis lunares y llenes de burbujas mi océano. Nuestras bocas gemirán entre el dulce aroma de las flores y la cara oscura de la luna. Los secos fríos del invierno quedaran entre los muertos, enterrados con las reglas olvidadas, entonces el aire será más liviano para nuestras bocanadas de humo y las libelulas del bosque.
Seremos sexo, seremos cuerpos que duermen enredados y desnudos, hasta que el rocío congele el fuego y el reloj nos dicte la nueva condena.

lunes, 23 de julio de 2012

Los cuerdos

Mutamos, poco a poco nos vamos volviendo extraños y ya ni nos miramos. La oscura calma de las sombras nos arrastra hacia una rutina que se gasta y se muere. Las ultimas chispas de este fuego, iluminan el cementerio de la cama.
De repente te veo, te observo, te encuentro ahí parado, actuando como un desconocido que pisotea mis ideas. Te rasgo la mirada, te escupo mis palabras. Me sacas la ropa, me rompes el alma, me mordes los pechos, me besas el cuello y antes de irte me clavas los cuchillos en la espalda.
Violenta forma de entregarnos. Dolorosa muerte de los cuerdos.

Invierno

El silencio se adueño de las palabras que llenaban algún mundo, el espacio en blanco se volvió en el paisaje del libro que yace en la mesita de luz. Los labios no bailan, ya ni besan a los sonidos, ni la lengua hace cosquillas en el paladar o se frota contra el filo de los dientes. El clima se ha vuelto gris y los días son tan cortos que adormecen al bichito  juguetón que movía a tu cabeza.

domingo, 1 de julio de 2012

Verdugo

Nos vamos perdiendo en el paisaje sin siquiera habernos despedido. Tu mano suelta la mia y ya no nos devolvemos la mirada. El silencio sepulta las palabras que alguna vez desbordaron nuestras almas y el abismo se acomoda entre nosotros, alejándonos al final de la cuadra. 
En torpes movimientos giro para verte una ultima vez, antes de doblar en la esquina que me lleva a otro mundo, pero ya vas demasiado lejos y con nueva compañía. Noto que tiras nuestros días a la basura y metes tus manos en los bolsillos de tu abrigado montgomery. Me resisto en retomar la caminata pero caigo en la cuenta que es lo mejor. 
Llego a casa sin aliento, sin alma y con frío en todo el cuerpo. Me pongo en mi escritorio y con torpes movimientos tomo un papel y garabateo algunas lineas. Luego decido que lo mejor es quemar esas pseudo-cartas e ir a la cama, me miento diciendo que mañana será otro día y que todo va a estar bien, pero en realidad no quiero despertar al menos por un siglo. Sin embargo, mi cabeza me boicotea y esa noche te encuentro en mi inconsciente, quien me torturará hasta el cansancio, hasta quitarme las ganas de dormir.

Un nuevo comienzo

Las primeras gotas la encontraron sola en la calle, la noche recién comenzaba su deliciosa danza entre la niebla y el planeta parecía seguir girando sobre el mismo eje. Miranda sintió el viento que puso sus cabellos alborotados y le trajo la música de algun balcón cercano, su piel se erizó y un nuevo final de día daba comienzo a algo extraño. Era el primer día de un nuevo mes, de un nuevo libro, de una nueva canción.
Su camina bajo las primeras gotas de una nueva noche lluviosa le lavaron la cara a las ideas. El cuadro habia mutado y eso era notorio, Miranda soñaba de nuevo.